El suelo es considerado un recurso no renovable debido a la cantidad de tiempo que toma su regeneración.
Desde hace sesenta y un años, cada 7 de julio se celebra el Día Mundial de la Conservación del Suelo. Esta recordación se hace en honor del científico norteamericano Hugh Hammond Bennet (1881-1960), quién dedicó su vida a demostrar que el cuidado del suelo influye directamente en su capacidad productiva. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), el suelo es considerado un recurso no renovable debido a la cantidad de tiempo que toma su regeneración.
Con el paso de los años, los suelos productivos se deterioran por la contaminación, erosión, empleo intenso de pesticidas y otros productos químicos, así como una labranza excesiva, abandono de antiguas técnicas que sirven para recuperar la fertilidad, falta de rotación de cultivos sin base científica que genera una mala producción de cultivos y afecta la seguridad alimentaria. La desertificación es uno de los efectos que causa la inadecuada conservación de los suelos agrícolas.
Un estudio publicado en abril de este año por la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), señala que en el Ecuador, las provincias más afectadas por la desertificación son Manabí, El Oro, Guayas, Imbabura y Loja. Leticia Jiménez Alvarez, docente del Departamento de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de ese centro universitario, señala que a medida que la población aumenta, la demanda de tierra para vivienda, agricultura e industria también aumenta, lo que provoca que el suelo se afecta por la salinización, erosión, pérdida de nutrientes y la contaminación. Una de las funciones del suelo que, además de la producción agrícola, contribuye a la conservación ambiental porque captura carbono bajo tierra y aprovecharlo como nutriente para las plantas.
El estudio “Información ambiental y tecnificación agropecuaria – módulo métodos de producción y ambiente – 2023” publicado en abril de 2024 por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), indica que el 87,7% de las unidades de producción agrícola no han realizado un análisis de suelos para la implementación de cultivos. Además, un 44,40% no conoce los beneficios de llevar a cabo esta actividad mientras que el 37,9% afirma que no percibe la necesidad de realizarla.
La Encuesta de Superficie y Producción Agropecuaria, ESPAC 2023 determina que hay 5,13 millones de toneladas dedicadas a labores agropecuarias. La superficie de banano representa el 12,7% del total de tierras destinadas a la producción de cultivos permanentes.
En el último lustro, el sector bananero ecuatoriano está amenazado por plagas activas como la sigatoka y el moko, y realiza inversiones continuas para impedir la presencia del Fusaryum R4T. Estas enfermedades no sólo afectan a las hojas sino también al suelo circundante por la movilización de trabajadores, insumos, equipos y materiales, que a su vez origina una reducción en la producción. Frente a ello, el productor adopta protocolos de bioseguridad para evitar la diseminación de los patógenos en sus fincas.
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